Los últimos años han sido excepcionalmente adversos para los agricultores, que han encontrado en los bioestimulantes naturales la solución para salvar la producción en diferentes campañas. Con su aplicación pueden ser capaces de mejorar el uso eficiente de los nutrientes durante la cosecha para conseguir así cultivos capaces de adaptarse a condiciones climáticas adversas.

Este uso de bioestimulantes, como el que aplicamos a nuestras cosechas de mandarina, responden a una tendencia que guía a la agricultura hacia un modelo que pasa de la fertilización convencional al uso de recursos naturales y biológicos. En este sentido, la PAC posterior al 2020, el respeto al medio ambiente y el cambio climático, facilitarán que, finalmente, en la agricultura moderna hacia la que avanzamos se impongan los bioestimulantes frente a los fitosanitarios.

En la actualidad, su aplicación se extiende por todo el mundo gracias a la implicación de agricultores que conocen sus propiedades: son biodegradables, no tóxicos y no contaminantes y no dañinos para la fauna auxiliar. Además, no dejan residuos en el cultivo ni en los frutos.

 

Así funcionan los bioestimulantes en la mandarina

Los bioestimulantes que aplicamos durante la producción de la mandarina de La joya de La Corona potencian el desarrollo de la corteza y la consistencia del cítrico fundamental para que su calidad y presencia se mantengan hasta el punto de venta.

El bioestimulante ProAct®, aplicado desde la floración y hasta días previos a la recolección, tiene la habilidad de aumentar el cuajado, incrementar la absorción de minerales y potenciar el grosor de las pieles de los cítricos, favoreciendo la consistencia y el calibre de los frutos. De esta forma, mejoramos la calidad y vida útil, imprescindible para la exportación.

La agricultura moderna requiere hoy en día un balance entre alta producción con un máximo de seguridad para los consumidores, agricultores y el medio ambiente.